lunes, 26 de agosto de 2024

CANTO A HUÁNUCO

CANTO A HUÁNUCO

(Evocación)

Por: Luis G. Rivera Tamayo


Al evocarte, tierra, yo siento el vasallaje,

que ha impreso a mí espíritu el arrobador paisaje

de tu verde esmeralda en todo su esplendor;

Y dónde voy te nombra el corazón transido

y aún mis versos, sabes, que son como un gemido

colgados de tus frondas

de mágico color.

 

Evoco sus plazuelas, tus casas, tus rosales,

tus huertos florecidos, tus campos, tus nopales,

y el río que te arrulla en mayestático son;

Evoco tus campiñas, tus jircas imponentes

que cual brazos robustos, erguidos y potentes

se alzan al infinito

¡desde tu corazón!

 

Evoco tus barriadas, humildes, seductoras

de San Pedro y Huallayco, eternas portadoras

de dulces esperanzas, que añora el corazón;

Evoco tus chinganas, tus mozas chinganeras

que tras los mostradores expenden traicioneras

un viche de huarapo

¡y un poco de pasión!

 

Evoco tus jaranas, fanfarrias bullangueras,

de la cholita guapa, de robustas caderas

se mueve y contornea al golpe del cajón;

las Cachuas melodiosas rasgando las guitarras

y los urpos jocundos vaciándose en las jarras

y en viches libadores

¡como una exaltación!

 

Al recordar tus Templos, evoco el Coloniaje

y a la tapada casta que baja del carruaje

y menuda y sedeña penetra a “La Merced”;

Evoco al Caballero, León de los leones

de chaqueta ceñida y brillantes botones

que enamorado atisba

detrás de una pared.

 

Recuerdos infinitos agolpase en mi mente,

del “Moras” solitario do quejumbrosamente

las piedras son la Historia del Huánuco de ayer;

Visión de fantasía, nimbada de leyenda

aflora de las “Pampas de Puelles” como ofrenda

a la Ciudad destruida

que supo florecer.

 

Resurgen de sus calles briosos caballeros

de relucientes orlas y brillantes aceros,

desfile de caballos piafantes bajo el Sol;

Y tras de los barrocos, vetustos ventanales

las “Majas” sevillanas quebrando los cristales

de su gracia y salero

fundido en un crisol.

 

Erguida de soberbia tornóse altiva y ruda

y el Padre de los Jircas, mostró su faz ceñuda

a aquellos hombres bravos, pero sin Dios ni ley;

y el “Rondos” sacudiendo potente las entrañas,

formó un maremágnum de todas sus montañas

y desbordó el torrente

a la huanuqueña grey

 

Y allí quedó cual si fuera “Itálica famosa”,

y nunca más renació aquella hermosa rosa

que en sus bellos jardines cultivara el Marqués;

Y hoy el viento silbante que corre entre las frondas

apenas si halla el eco distante de las ondas

del rio rumoroso

que se mece a sus pies.

 

Más volvió la fe. Mostrose el corazón sedeño

perdióse la soberbia y mostróse el huanuqueño

leal y piadoso como placía al Virrey;

refundado el pueblo desde Burgos se enviaría,

el presente de un Cristo que siempre reynaría

en la Ciudad altiva

aunque no reyne el Rey.

 

Y aquí evócate Señor de mis abuelos

Cristo-Hombre, Cristo de Huánuco y de sus cielos,

de sus cholos, de sus indios y su existir;

Eres como el común denominador de todos

los sentimientos, que en varios y distintos modos

en tu fe y esperanza

¡han jurado morir!

 

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Al evocarte, tierra, yo siento el vasallaje

que ha impreso a mi espíritu el arrobador paisaje

de tu verde esmeralda en todo su esplendor;

Y dónde voy te nombra el corazón transido

y aún mis versos, sabes, que son como un gemido

colgado de tus frondas

de mágico color.

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